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Los 4 Sacerdotes

Los 4 Sacerdotes - Historias de Terror Cortas y Reales

Para quienes disfrutan de leer historias de terror cortas, a continuación les ofrecemos un relato que estamos seguros los llenará de miedo, ojalá que sea de su agrado.

Hoy en día, existen millones de personas que no son creyentes en Dios. Sin embargo, en ocasiones es necesaria su ayuda para poder librarnos de la maldad humana.

Describir el mundo espiritual resulta algo complejo, pues en él se esconden miles de cosas oscuras que no tienen alguna explicación lógica. Se dice, que éstas son las causantes de tantos casos misteriosos y situaciones paranormales. Eventos sobrenaturales, que pueden ponerte los pelos de punta.

Tal es el caso, de una de las tantas aventuras que he tenido. Experiencia que se convirtió en una de las historias terroríficas más peligrosas de mi vida, y que sin más preámbulos a continuación voy a relatar.

Hace más de veinte años me sucedió algo muy desagradable, que tan sólo con recordarlo se me eriza la piel. En esa ocasión me encontraba en un buque muy cerca de España, éste iba con rumbo a tierras americanas.

En aquel entonces, yo era un conocido sacerdote que se había consagrado al Señor. Alguien que se mantenía ajeno a cualquier situación sobrenatural; provocada por algún ente o espíritu desconocido.

Recuerdo, que el barco en que viajaba era un carguero; sin embargo, también transportaba a otras personas como yo. Eso lo supe, cuando me pude percatar de la presencia de cuatro hombres muy extraños. Tenían la apariencia de sacerdotes y llevaban vestimentas oscuras; en las que se dibujaban algunos símbolos satánicos.

Al ver de soslayo las figuras diabólicas trazadas en sus ropas me sentí un poco inquieto; pero seguí mirándolos por el rabillo del ojo. Advertí que ellos se habían separado de los demás tripulantes. Se mantenían contemplando el cielo mientras murmuraban algunas palabras, que por la distancia me resultaban imperceptibles.

Una mañana, me di cuenta que los falsos religiosos no se encontraban en el lugar en donde siempre los veía cuchicheando. El día estaba soleado, pero soplaba un viento con calma en aquellas aguas tranquilas; esos dulces murmullos acariciaban a mis oídos.

De pronto todo cambió, pues sentí un vuelco en mi corazón al mirar que la embarcación se sacudía; como si una fuerza demoníaca se hubiese apoderado de ella.

Tuve miedo, porque de repente el cielo se ennegreció y los nubarrones comenzaron a bramar; soltando latigazos de agua sobre nosotros. Mientras eso sucedía, oí un horripilante canto que brotaba desde las entrañas del galeón; eran ruidos demoniacos que estremecían a mi cuerpo.

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Estaba cayéndose el cielo y corrí a buscar refugio. Me sentía asustado y después de varias zancadas, llegué hasta un camarote en dónde el infernal cántico se escuchaba cada vez más fuerte.

La luz de las velas titilaba bajo la puerta, reflejando algunas sombras en el piso. Fue en aquel momento, que descubrí que era la habitación de los sacerdotes. De ahí, se escapó un grito desgarrador que me dejó helado.

Mis manos tomaron una pequeña espada que estaba en la pared. Pero el coraje me falló, pues sentí gran temor cuando estuve cerca de la puerta. Solté aquel trozo de acero y avancé trastabillando hacia las escaleras. Tenía la ilusión de llegar hasta el camarote del capitán.

Al llegar a la cubierta me topé con los dientes de un vendaval, vi que la tempestad azotaba las velas impetuosamente. Fue entonces, que dirigí mis plegarias al Creador para que nos salvara.

Cuando entré a la habitación del capitán, lo encontré tirado en el piso. Pronto me di cuenta, que sus ayudantes también estaban inconscientes.

Al verlos agarré mi escapulario y me armé de valor. Luego caminé hacia el cuarto donde aún se oían los terribles alaridos. Presentía que aquellos personajes extraños de negro, eran los culpables de lo que sucedía.

La puerta estaba entreabierta, al empujarla advertí algo que me dejó pasmado. Del techo colgaba uno de ellos, el pobre tipo gemía tristemente. En ese momento descubrí a otros tres hombres, llevaban sotanas negras y entonaban cantos aterradores.

Comencé a rezar, entonces vi que sus cuerpos se transformaban en grotescas figuras espectrales. Aquellos seres, dejaban escapar terroríficos chirridos que me llenaron de escalofrío. Pero gracias a mi gran fe y las oraciones, logré que esas entidades malignas desaparecieran.

De los tres extraños sacerdotes, sólo quedaron sus túnicas oscuras. Después me contaron que esas infernales criaturas eran espíritus encarnados. Supuestamente, cada diez años abordaban un barco. Luego sacrificaban a los tripulantes para agradar al maligno.

Ese día confirmé, que la maldad desde hace mucho existe. Confieso que antes, no había tenido encuentros sobrenaturales. Hoy puedo asegurar que los fantasmas, el diablo y todo tipo de seres malévolos nunca dejarán de acecharnos. Pero Dios, estará siempre con nosotros para protegernos.

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