La crueldad de ciertas personas es un oscuro sentimiento que a veces pudre el alma de los seres buenos. Este tipo de sensaciones también puede causar terribles desgracias que conducen a destinos fatales. De eso trata La Descarnada, una trágica historia muy antigua donde reinó el rencor y la venganza.
La leyenda de La Descarnada más popular es una historia salvadoreña que tuvo sus orígenes en la época de la conquista. Existen otras variantes que circulan por algunos países de Latinoamérica; sin embargo, no son tan conocidas. En México, también hay un relato prehispánico que habla de esa misma entidad.
La historia de La Descarnada tiene como protagonista a una mujer cargada de resentimientos. Esta vez, presentaremos primero la leyenda de El Salvador más famosa; después abordaremos un relato de terror mexicano. En ambas versiones, el personaje principal es un espíritu malévolo de negros procederes que está lleno de odio.
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La Descarnada en El Salvador
En la zona noroeste de El Salvador cuentan un aterrador relato que, según parece, nació en tiempos coloniales. Aunque pasaron muchos años, esa perturbadora historia todavía sigue viva. La misma gente de la región se encargó de difundirla por todos los alrededores. Incluso, la ha llevado a otras partes foráneas.
Es en la carretera que va de Santa Ana a Chalchuapa donde surgió esta leyenda salvadoreña. Por ese lugar empezó a deambular una misteriosa figura femenina que a veces aparecía en sitios tenebrosos y desolados. Aquella enigmática dama les pedía aventón a los viajeros nocturnos que recorrían esos caminos solitarios.
Cuando algún hombre se percataba de esa extraña presencia, de inmediato paraba el vehículo. Al mirarla de cerca, quedaba fascinado con su lindo rostro, que lo transportaba hacia un mundo de ensoñación. Sin saberlo, era hechizado por los ojos seductores de la preciosa mujer que le había robado la voluntad.
Al abordar el coche, el embobado caballero descubría que la pasajera tenía una sonrisa encantadora. También advertía que sus bellas formas podían ser capaces de despertar un cúmulo de emociones turbias. Luego, la acompañante, con voz sensual, pedía que la llevara a otro lugar que no se encontraba tan lejos.
Antes de llegar al destino, el conductor detenía el carro en un paraje desierto. Después abrazaba a la desconocida y buscaba sus labios para calmar sus deseos lujuriosos. De pronto sucedía algo inesperado que casi paralizaba su corazón. La cara de ese ser empezaba a transformarse en una cosa horripilante.
De la faz comenzaban a desprenderse trozos de piel que olían a putrefacción. El aventurero veía cómo la bella mujer iba convirtiéndose en una horrorosa criatura. Entonces comprendía que había caído ante los encantos de La Descarnada, esa aparición nocturna de las carreteras que vuelve locos a los hombres libidinosos.
Leyenda de La Descarnada en México
Es difícil precisar si esta historia tuvo origen Maya o Azteca; sin embargo, aseguran que ocurrió en tierras mexicanas. Aconteció en tiempos precolombinos, cuando en las tribus había costumbres y tradiciones anticuadas. Por aquel entonces vivió un matrimonio que anhelaba tener descendencia, pero los dioses no les cumplían ese deseo.
La desdichada mujer se ganó el desprecio de las señoras del pueblo. A diario la señalaban por su esterilidad, exigiéndole que abandonara aquel lugar. Su esposo había pedido clemencia ante los gobernantes, logrando que la protegieran. No obstante, él tuvo que marcharse a la guerra, y quedó expuesta al peligro.
Algunas creencias de los antepasados decían que la infertilidad presagiaba calamidades y desgracias. Hasta que, por fin, se les concedió el tan ansiado milagro; en aquel vientre, una semilla de vida empezó a germinar. Al darse cuenta, lloró de felicidad; también sintió gran nostalgia porque su marido estaba muy lejos.
Pero la alegría acabó cuando fue apedreada por sus enemigas. Aquella acción la dejó casi muerta, arrancándole el pequeño ser de sus entrañas. Al reaccionar, le brotaron deseos de venganza. Para poder lograrlo, pidió ayuda a las fuerzas del mal. Desde ese día, se desataría el terror en la región.
En esos lugares aparecían niños y mujeres sin corazón. El marido había regresado, pero notaba a su compañera diferente y decidió espiarla. Esa noche, cuando vio que abandonaba el aposento, la siguió. Así descubrió que del cuerpo se desprendía su piel. Después supo que era la culpable de tales atrocidades.
El guerrero consiguió sal y la esparció en el cuero de su esposa. Cuando ella regresó, colocó la piel en su cuerpo. Entonces aulló de dolor, porque iba quemándose hasta convertirse en un repugnante engendro. Desde esa vez, La Descarnada anda penando; nada la detendrá porque es grande su furia.