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El Baúl de Gemas

El Baúl de Gemas - Leyendas de Tesoros y Fantasmas

La historia que les voy a contar, es una de las leyendas de tesoros y fantasmas más escalofriantes qué he escuchado. Alguien me la relató y me pareció tan fantástica y espeluznante que hoy quiero compartírselas, ojalá que les guste.

Una tarde de noviembre mis amigos y yo salimos del trabajo con ganas de divertirnos, hacía frío y se nos antojaron unos tequilas para mitigarlo. Recuerdo que era un viernes ya casi al oscurecer, cuando entramos al bar “Los Tahúres” para calmar nuestra “sed”.

En aquel tugurio todo estaba sereno, a excepción de un borrachín andrajoso que de repente lloraba y se carcajeaba en un rincón. No sé por qué pero el pobre tipo me dio lástima y al pedir nuestros tragos le dije al cantinero que también le llevara uno a él.

«Es curioso lo que le pasa a ese amigo —pensé» y le brindé un saludo a la distancia con mi mano. El hombre al ver mi ademán se levantó sonriendo y se dirigió tambaleante hacia nosotros; en su rostro se podían notar expresiones de agradecimiento.

—Acérquese camarada, venga a tomar y  a jugar con nosotros —le dije.

No sabía ni por qué hacía eso si era tan sólo un desconocido; pero había algo en él que me daba confianza y despertaba mi curiosidad; muy pronto descubriría que no andaba tan errado.

—Amigos… gracias por la invitación —masculló el misterioso personaje.

—Siéntese y diviértase con nosotros; sirve que aprovecha para contarnos qué lo hace llorar y carcajearse así; tal vez si nos platica su historia puede que se sienta mejor —musité palmeándolo en la espalda.

Aquel extraño hombre me miró a los ojos y pude ver que aceptaba mi propuesta. Mientras bebíamos y jugábamos nos contó una historia que me pareció fascinante, la cual podrán conocer a continuación.

«—Hace algunos ayeres cuando todavía era un jovenzuelo, mis padres decidieron comprar una casa en el campo y se hicieron de una que se encontraba en una colina en las orillas de un pueblo serrano de Tlaxcala.

»—Era una casona solitaria; pero era perfecta para descansar del bullicio de la ciudad. Nos encantaba la idea de poder disfrutar la tranquilidad del bosque, el olor a resina y los cantos de los grillos todas las noches.

»—Con el tiempo supimos que se rumoreaba que era una casa embrujada, la gente decía que estaba maldita; porque una familia que vivió allí, fue brutalmente asesinada por unos ladrones y sus fantasmas deambulaban por ese lugar.

»—Otros aseguraban que había tenido sólo un dueño; supuestamente era un señor ya mayor que poseía una inmensa fortuna. Se decía que tenía un baúl repleto de gemas que mantenía escondido dentro de un pasadizo secreto.

»—La gente contaba que cuando los maleantes entraron a robar, torturaron al pobre viejo para que les revelara la entrada; pero su terquedad fue más grande que las ganas de vivir y prefirió llevarse el secreto a la tumba.

»—Se dice que después de arrancarle los dedos, el desgraciado hombre murió de tanto dolor; lo que hizo enfurecer más a los malhechores y decidieron trocear su cuerpo para luego enterrarlo en esa casa.

»—Hay quienes sostienen, que desde entonces su alma pena por ese lugar y recorre cada rincón de la casona. Otros afirman que a medianoche entra y sale por la chimenea y que varios han querido seguirlo para que los guíe hacia el tesoro; pero han fracasado por ser presas del miedo.

»—Por supuesto todos esos relatos me parecían una patraña, creía que estaban muy lejos de ser historias verdaderas; sin embargo las piedras preciosas habían clavado en mí la espinita de la curiosidad.

»—Una tarde, al salir de la escuela me monté en mi carro y fui a dar a la casa de Marcos a quien encontré con su novia Ana. Era un jueves bien lo recuerdo, y les propuse que pasáramos unas minivacaciones en ese pueblo de Tlaxcala.

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»—Claro que de inmediato aceptaron; pues aunque tampoco creían en las historias de fantasmas, les resultaba intrigante pensar que podría existir ese tesoro del que tanto se hablaba.

»—Apenas titilaban las primeras estrellas cuando descendimos del coche y noté que mi piel se erizaba de repente. Al mirar aquél caserón me pareció tan sombrío y me di cuenta que un escalofrío invadía a mi cuerpo.

»—Mis invitados al entrar, quedaron maravillados por la majestuosidad de la casa; pero un mar de sábanas empolvadas que cubrían a los muebles obstruyó nuestro camino. El lugar era tétrico pues estaba entre telarañas y el piso rechinaba al caminar.

»—Junto a la pared muy cerca de la chimenea, extendimos nuestras bolsas de dormir y decidimos esperar despiertos a que llegara la medianoche; sabíamos que era la oportunidad perfecta para quitarnos esa curiosidad que ya nos carcomía.

»—La incomodidad y el silencio ya empezaban a impacientarnos, cuando de repente sonó el reloj dando las doce y nos hizo salir de aquel letargo. Entonces nos dimos cuenta que varios ruidos de movimientos extraños se oían debajo del piso.

»—De pronto un frío sepulcral nos invadió y empezamos a tiritar al mismo tiempo que veíamos como una figura espectral aparecía de la nada, dejándonos boquiabiertos y completamente estupefactos.

»—No lo podíamos creer, era el fantasma del viejo que estaba ante nosotros haciéndonos una señal con su mano para que lo siguiéramos. Todavía no me explico cómo nos armamos de valor y nos incorporamos para ir tras los “pasos” de esa vaporosa silueta que flotaba.

»—Recuerdo que entramos por la chimenea y avanzamos a gatas por un túnel muy estrecho que nos llevó hasta la mitad de un patio abandonado; en donde se encontraba un desvencijado cuartucho al que entramos todavía con miedo.

»—En el interior de ese cuarto estaba una trampilla abierta que tenía escaleras hacia abajo, las cuales nos condujeron hasta un sótano. Lo que miraron nuestros ojos nos llenaría de terror; pero al ver algo más… quedamos maravillados.

»—Allí se encontraba el esqueleto del anciano que habían asesinado los ladrones; custodiaba un baúl lleno de piedras preciosas. Las leyendas eran verdaderas y estábamos comprobándolo».

—Pero aún no nos dice por qué usted llora y se carcajea así —interrumpí sonriente.

—La historia aún no termina… —replicó nuestro amigo y continuó con su relato.

«—No sé ni cómo; pero logramos sacar el cofre con gemas de aquel lugar espantoso y lo llevamos hasta la sala de la vieja casona. Lo que sucedió después no podría contarlo; pues sólo sentí un dolor intenso en mi cabeza que me hizo perder el sentido.

»—Cuando desperté ya no estaban Marcos y su novia; mucho menos el baúl de gemas. Confieso que sentí coraje no tanto por las piedras preciosas sino por la envidia de mis supuestos amigos y salí a buscarlos; pero lo que encontré en mi coche me dejó más desconcertado.

»—Allí estaba el baúl; pero en él solo había puro carbón y de mis invitados ya nunca volví a saber nada. Desde ese día mi suerte cambió por completo; pues una semana después mis padres murieron en un accidente y no sé ni cómo, pero sus ahorros se “escurrieron” de mis manos.

»—El dinero no me importa, cuando lloro es porque me quedé solo en este mundo y si me ven carcajear es que estoy mirando al viejito del baúl; que me muestra un puño de gemas y me sonríe diciendo que lo siga para hacerme rico. Sinceramente, prefiero ser un pobre diablo; que estar a dos metros bajo tierra».

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